Bueno el sentido del texto en Ezequiel 1 implica visiones, sensibilidad a la gloria de Dios, estar en medio de los cautivos, caminar con los símbolos y aprender a reconocer como Dios se mueve. Cambiar de “sacerdote” a “profeta”. Debemos recordar que todo sacerdote podía ofrecer su primer sacrificio a los 30 anos, sin embargo Ezequiel cuando tiene 30 años está en la cautividad en Babilonia. Es incapaz de cumplir su llamamiento como sacerdote porque vive en el exilio de Jerusalén. Está lejos del templo, está lejos de todo lo que conoce, los judíos, de todo lo que significa Dios, y de todo lo que significa el ambiente de Dios. Así que leemos que a la edad de 30 años, en lugar de comenzar un ministerio sacerdotal el comienza el ministerio de profeta. Así que Ezequiel nos demuestra que hay un traslape de los modelos pastorales buenos a los modelos proféticos mejores. Por otro lado lo que Ezequiel ve en la visión es que hay un constante movimiento. Debemos recuperar el enfoque sobrenatural de la visión, no el humanista. No necesitamos sistemas gerenciales, empresariales para establecer la visión de la iglesia, necesitamos la visión de Dios en todo su esplendor sobrenatural. Parte de este nuevo mover profético se desprende del vrs. 2:15. Estamos tan acostumbrados a la labor profética folklórica, de plataforma, de show, de tanta teatralidad. Pero Ezequiel nos demuestra cómo se forja esta nueva experiencia profética. Notemos los elementos. La primera expresión es “vine” es una expresión de salir, de ir en búsqueda de las personas. La segunda es “me senté”, esto es un sentar, que implica identificación porque dice “donde ellos estaban sentados” incluso la palabra hebrea se puede traducir morar y vivir con alguien. La tercera cosa es “allí permanecí” implica vivir con ellos, sentir sus necesidades. Y lo cuarto es “atónito” que implica sin respuesta, turbado. Es bueno no saber todas las respuestas. Este tipo de perfil o currículo profético se nos escapa muchas veces en nuestras prácticas proféticas contemporáneas. El ministerio profético es encarnado y no exento de la vida sencilla y sufrida.
LOS SERES VIVIENTES TIENEN CUATRO CARAS
Cada uno de los seres vivientes tiene cuatro caras. Si viéramos a alguien con cuatro caras nos asustaríamos; no obstante, esto es exactamente lo que debemos ser. Todos debernos tener cuatro caras.
La cara de hombre
La primera cara es la cara de hombre. Somos hombres y, debido a ello, debemos vernos como hombres. Fuimos creados como hombres, pero la caída hizo que nos corrompiéramos, y fuéramos envenenados y dañados. Por tanto, tenemos necesidad de la redención efectuada por el Señor. Mediante la obra redentora del Señor somos traídos de regreso a la humanidad apropiada...
Si usted es un marido, la salvación del Señor tiene por finalidad hacer de usted un marido apropiado. Si usted es una esposa, la salvación del Señor tiene por finalidad hacer de usted una esposa apropiada. Si usted es un padre, la salvación del Señor tiene por finalidad hacer de usted un Padre apropiado. Si usted es un hijo, la salvación del Señor tiene por finalidad hacer de usted un hijo apropiado.
Por tanto, todos debemos tener cara de hombre. Sin embargo, algunos cristianos, en especial ciertas hermanas, no parecen ser seres humanos, más bien, son tan "espirituales" que pareciera se han convertido en criaturas extrañas: mitad hombre y mitad ángel. Tenemos necesidad de la cara de hombre. No debiéramos preferir ser algo distinto y no debiéramos pretender ser algo distinto. Debemos ser simplemente lo que somos: hombres…
Algunos creyentes piensan que una vez comienzan a ir en pos del Señor, deben convertirse en algo especial o diferente de los demás. Por tanto, es necesario comprender que debemos ser personas comunes y corrientes, esto es, como cualquier otro ser humano. Aunque somos personas que oran, leen la Biblia, asisten a las reuniones y sirven a Dios, nuestra apariencia sigue siendo de hombre…
En nuestra manera de vestir somos apropiados, pero comunes y corrientes, no peculiares o excéntricos. Sí, experimentamos al Señor como el viento, la nube, el fuego y el electro, pero el fruto de esta experiencia es que tenemos cara de hombre. Como seres vivientes, no somos ángeles, sino que somos muy humanos. De hecho, cuanto más espirituales llegamos a ser, más normales y humanos seremos…
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